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Jueves, 9 de febrero

Mc 7,24-30 Pero, levantándose de allí, fue a la región de Tiro. Y, entrando en una casa, no quería que se supiera, y no pudo pasar inadvertido, sino que, de inmediato, al oír hablar de Él una mujer, cuya hija tenía un espíritu impuro, viniendo se postró a sus pies. La mujer era una griega, sirofenicia de raza. Y le rogaba para que expulsara al demonio de su hija.

Y le decía a ella: “Deja que primero sean saciados los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros”. Pero ella respondió y le dice: “Señor, también los perros debajo de la mesa comen las migajas de los niños”. Y le dijo a ella: “Por esa palabra, vete: el demonio ha salido de tu hija”. Y, yéndose a su casa, encontró a la niña echada en la cama, y el demonio fuera de ella». PALABRA DEL SEÑOR

Atractiva y sorprendente narración la de este jueves. Única en los evangelios. Un escenario poco habitual. Tiro, región pagana, impura, alejada, periférica. Una mujer anónima, ritualmente impura por ser sirofenicia, o sea, no judía; valiente hasta el punto que «vino y se arrojó delante de Él». Recuerda a la hemorroísa. Una mujer-madre con una hija enferma, que «ha oído hablar de Jesús» y de quien espera recibir curación para su hija. Recuerda a la curación de la hija de Jairo. Una mujer esperanzada en que su hija será curada, pero parece quedar borrada esa esperanza por la respuesta un tanto desconcertante de Jesús: “Deja que primero sean saciados los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros”. O sea, pareciera que el Reino de Dios, sólo y en primer lugar, es para los judíos. El resto son “perros”.

Sin embargo, resulta curiosa y desconcertante la respuesta de la mujer a Jesús: lo llama y saluda respetuosamente “Señor”, aceptando su posición de inferioridad («perros»), y de osada contestación. Más aún, la respuesta de la mujer transformó al perro de la metáfora de Jesús, presumiblemente un “perro callejero” que permanecía fuera de la casa, en un “PERRO DOMÉSTICO” que vive dentro de ella. Y más aún, al referirse a las sobras que comen los perros, la respuesta de la mujer retoma el motivo de la multiplicación de los panes, y los doce cestos sobrantes llenos de panes. Eso significa que los «hijos» -judíos- ya han sido alimentados por Jesús, de manera que hay mucha comida sobrante para los «perros» gentiles. También ellos, muy pronto, serán saciados por Jesús. Se conforma con las migajas que queden de la Gracia con tal de que su hija se cure.

Y el desenlace ya lo sabemos: por su palabra, Jesús curó a su hija. ¿Quién cambió: la mujer o Jesús? Sin duda, la mujer, porque Jesús siempre arguye sus milagros a la fe de la persona. Y la fe personal es la respuesta radical a la propuesta de Jesús: o sí, o no. Y es que el Reino de Dios es “a-geográfico”. No entienden de fronteras, ni de razas, ni de sexos. El Reino de Dios es “hagiográfico”. Sí entiende de fe humana, de corazones de intenciones buenas, de una sola palabra: SÍ, TENGO FE.

¿Nosotros? Somos unos privilegiados porque tenemos “panes” de Gracia por doquier. Pero, ¿fe? Salgamos de nuestros “particularismos religiosos”, porque también “los de fuera” pueden saciarse con “nuestras migajas” y sentarse en la mesa de los hij@s…

Buen día, familia “agraciada” Por todos los enfermos, que son muchos. En especial, por la madre de María José y su familia Por todos aquellos que se sienten “perros” en la vida por cualquier circunstancia Por la paz en el mundo Por la ultreya y Juanfran Por el cursillo 263 de Badajoz, el de Ciudad Real y el 17 de Plasencia ¡¡¡¡DE KOLORES!!!


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