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Acariciar el Corazón

Acercarme a la oración es abrir un espacio de encuentro con Dios. Un tiempo en el que Dios me toma entre sus brazos y cuida toda mi persona. Él acaricia mi corazón con su palabra y deja que descanse en Él todas mis inquietudes y preocupaciones. Me recarga de energía y me impulsa a seguir caminando con la esperanza renovada.

CANCIÓN: TU MODO ( AL TERMINAR DECIMOS EN VOZ ALTA LO QUE NOS HA LLAMADO LA ATENCIÓN E INVITADO AL DIÁLOGO CON DIOS)

https://www.youtube.com/watch?v=Y2lYTC4VkwA

Jesús, al contemplar en tu vida

el modo que Tú tienes de tratar a los demás me dejo interpelar por tu ternura, tu forma de amar nos mueve a amar; tu trato es como el agua cristalina que limpia y acompaña el caminar. Jesús, enséñame tu modo de hacer sentir al otro más humano, que tus pasos sean mis pasos; mi modo de proceder. Jesús, hazme sentir con tus sentimientos, mirar con tu mirada, comprometer mi acción, donarme hasta la muerte por el reino, defender la vida hasta la cruz, amar a cada uno como amigo, y en la oscuridad llevar tu luz. Jesús, yo quiero ser compasivo con quien sufre, buscando la justicia, compartiendo nuestra fe, que encuentre una auténtica armonía entre lo que creo y quiero ser, mis ojos sean fuente de alegría, que abrace tu manera de ser. Quisiera conocerte, Jesús, tal como eres. Tu imagen sobre mí es lo que transformará mi corazón en uno como el tuyo que sale de sí mismo para dar; capaz de amar al Padre y los hermanos, que va sirviendo al reino en libertad.

EVANGELIO:

“Un fariseo lo invitó a comer. Jesús entró en casa del fariseo y se sentó a la mesa. En esto, una mujer, pecadora pública, enterada de que estaba a la mesa en casa del fariseo, acudió con un frasco de perfume de mirra, se colocó detrás, a sus pies, y llorando se puso a bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello; le besaba los pies y se los ungía con la mirra. Al verlo, el fariseo que lo había invitado, pensó: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer lo está tocando: una pecadora. [...] Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies; ella me los ha bañado en lágrimas y los ha secado con su cabello. Tú no me diste el beso de saludo; desde que entré, ella no ha cesado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con perfume; ella me ha ungido los pies con mirra. Por eso te digo que se le han perdonado numerosos pecados, ya que siente tanto afecto. Que al que se le perdona poco, poco afecto siente. PALABRA DEL SEÑOR

TIEMPO DE SILENCIO: PARA RELEER EL EVANGELIO…

Nos acercamos a la escena del evangelio a través de la figura de la mujer. Probablemente se sentiría indigna de acercarse a Jesús, intimidada por entrar en la casa de alguien tan importante como Simón. El amor de su corazón es más fuerte que todos sus miedos. Su deseo de acercarse a Jesús y expresarle su cariño es más poderoso que cualquier limitación que pueda sentir en su interior. Ella pone todo su corazón y todo su ser para acoger a Jesús (ojos llenos de lágrimas, cabello que acaricia, labios que besan, manos que ungen...). ¿Cómo me siento al acercarme a Jesús?

Dos corazones se encuentran: el de la mujer lleno de un amor que se convierte en gesto y caricia, y el de Jesús que acoge agradecido y reconoce las heridas de quien hoy le cuida a él. Y es que así son los encuentros auténticos. Lugar donde las debilidades no son impedimento sino oportunidad para encontrarse en verdad. Donde quien cuida agranda y sana su corazón. Donde quien es cuidado recibe a la otra persona de igual a igual. Ambos se convierten en cuidadores y cuidados. ¿Qué encuentros con Jesús te han cambiado la vida?

Miro también mi vida y descubro a mi alrededor a quienes necesitan de mí, o con quienes poco a poco estoy ya construyendo esa relación de cuidado y acogida mutuos. Contemplo mis heridas y me pregunto cuándo son impedimento para acercarme a otros y cuándo son sanadas en el encuentro. Miro si mi manera de cuidar al otro es desde la distancia o implico toda mi persona y especialmente pongo mi corazón. Mirando a mi vida ¿Quién me necesita? ¿Busco el encuentro con esas personas?

A las peticiones respondemos "SEÑOR AYÚDAME A ACARICIAR EL CORAZÓN DE LOS DEMÁS".

ORACIÓN FINAL:

Hoy quiero pedirte que aumentes mi fe Señor.

Tú Señor eres el camino, la verdad y la vida.

Ayúdame a recorrer el camino de la fe,

a conocerte cada día un poco más,

a buscarte en el Sagrario,

a meditar tus enseñanzas,

a hacer vida tu evangelio.

Hoy quiero encontrarme contigo,

ven Señor Jesús, ven pronto a mi vida,

a mi hogar, a nuestro mundo,

que tu mensaje de amor, de paz

se haga presente nuevamente en nuestras familias,

haces mucha falta Señor.

Dame la gracia de ser humilde,

sencillo para dejarte entrar,

para aceptar tu mensaje,

pues sólo tú Señor tienes palabras de vida.

Señor confío en ti, espero en ti,

ven Señor no tardes,

ven a traer tu amor,

Tu luz a nuestro mundo

oscurecido por el odio y la ambición. Amén.


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